sábado, 18 de julio de 2015

INTRODUCCIÓN A LA SEMIOLOGÍA OBSTETRICA

A manera de introducción de estas mis notas y algunas consideraciones sobre la Historia clínica y 
el examen físico de la mujer gestante, considero más importante que aprenderse los nombres de 
cada signo y maniobra, es entender la característica del mismo. Los nombres es un homenaje 
a esos colegas que le dedicaron tiempo y sacrificio para nosotros poder enriquecernos en el arte del 
examen amable de nuestras madres.  

PROPEDEUTICA OBSTETRICA 
En el espíritu del médico que ve una paciente, estando en  su edad reproductiva,  cuando esta 
tenga un atraso menstrual, siempre debe Descartar un Embarazo tópico o ectópico. 

Además, del atraso menstrual, muchas veces en consulta la dicen de último, debemos indagar 
otros síntomas subjetivos y presuntivos de un posible embarazo. 
Cuando ya tenemos alguna idea de la situación y si sospechamos fuertemente 
una gestación, el examen físico nos ayuda muchísimo aun sin tener elementos 
paraclínico a la mano para diagnosticar un posible embrazo.

La semiología obstétrica no se diferencia de la semiología general, obvio tiene 
componentes específicos por ser mujer y por tener cambios, los más protuberantes, 
que puede tener un ser humano "normal". El embarazo es un estado y una adaptación
a una nueva fisiología, no es patológico. 

HISTORIA CLÍNICA 

Se sintetizan los aspectos semiológicos fundamentales para diagnosticar el embarazo, 
calcular la edad gestacional y determinar la fecha aproximada del parto.
Con este reiterativo proceder en profesionales que laboran en el nivel de atención primaria, 
se pierdan habilidades que les son imprescindibles en ocasión de realizar el diagnóstico 
clínico del embarazo, al tiempo que se genera una considerable merma en la 
confiabilidad de sus dictámenes cuando por alguna causa se carece de las ventajas de una ecografía.

El tacto vaginal (bimanual o combinado) constituye la exploración ginecoobstétrica por excelencia.
A través de él se puede obtener una gran cantidad de datos clínicos. Las habilidades de los dedos 
exploradores no se adquieren sino hasta después de un perfecto conocimiento de la anatomía 
de los genitales internos de la mujer y, por supuesto, luego de una prolongada y constante 
aplicación de reconocimientos cuidadosos hasta que se consiga identificar el estado 
normal de los órganos y tejidos. De ahí la extraordinaria importancia que reviste 
el adiestrar las manos en la búsqueda del tactus eruditus.

Según se describe en los manuales y tratados científicos, el útero está situado 
en el centro de la cavidad pelviana, aproximadamente equidistante de la sínfisis 
del pubis y de la excavación sacra. Se trata de un órgano piriforme de vértice inferior, 
cuya cima constituye su fondo. En la mujer adulta tiene una longitud 
promedio de 6,5 cm en la nulípara y 7 - 9 en la multípara. Hay que distinguir en él una 
porción superior, que comprende las dos terceras partes del órgano (cuerpo)
musculoso, fuerte y aplanado en sentido anteroposterior.
Una estrangulación llamada istmo separa el cuerpo de la porción inferior (cuello)
más flexible, delgado y cilíndrico, estrechado en sus 2 extremidades a la manera de un tonel. 
Parte del cuello emerge en la vagina y se designa con el nombre de porción vaginal del útero (hocico de tenca o portio). 
El segmento que queda por encima de las bóvedas vaginales se denomina porción supravaginal del cuello uterino.
La forma del hocico de tenca es muy variable: en la nulípara resulta más chico y cónico, con un orificio externo similar a una fosita, del tamaño de un guisante pequeño con bordes nítidos. En la mujer que ha parido, suele ser más ancho y grueso; y los pequeños desgarros que ocasiona el primer parto transforman 
su orificio externo en una hendidura transversal con 2 labios: uno anterior y otro posterior. 

Diagnóstico del embarazo
Las alteraciones endocrinas que acontecen durante la gestación como resultado de la presencia del huevo
y su desarrollo ulterior, determinan un sinnúmero de transformaciones en el organismo femenino, 
que afectan en primer lugar a las estructuras genitales, aunque de hecho, a su influjo no
escapa órgano alguno ni sistema funcional del cuerpo. Lograr interpretar estos cambios permite
presumir la existencia del embarazo.

El diagnóstico del embarazo se fundamenta en estos cambios, los cuales adquieren distinta connotación
unos sugieren posibilidad (signos inciertos, dudosos, o de presunción), otros expresan probabilidad y 
unos terceros indican certeza.

Durante la primera mitad de la gestación, el diagnóstico clínico se realiza a partir de los signos presumibles y probables.
Entre los de presunción sobresale la suspensión del ciclo menstrual; eventualidad que alcanza su mayor 
valía cuando la mujer tiene reglas normales, no ha utilizado métodos contraconceptivos hormonales 
durante los últimos 3 meses ni posee antecedentes de legrados uterinos o regulaciones menstruales recientes. 
Tampoco tendrá mucho valor si está lactando, padece de trastornos psíquicos, o climatéricos.
Algunas manifestaciones dadas por el desequilibrio neurovegetativo con predominio vagal, 
tales como hipersecreción de saliva, náuseas y a veces vómitos matutinos, son casi constantes en el
transcurso de los 2 ó 3 primeros meses del embarazo. También resultan muy frecuentes los vértigos, 
la disminución o pérdida del apetito y la atracción por algunas comidas especiales (incluso repugnantes), 
que no habían sido apetecidas antes por la mujer. Se añaden a estos: la constipación y las alteraciones 
sensoriales como el rechazo hacia determinados olores y sabores, que tampoco se experimentaban con anterioridad. 
Asimismo devienen comunes: cefaleas, somnolencia, fatiga fácil, trastornos pasajeros de la memoria e 
inestabilidad emocional con tendencia a la irritabilidad y al lloriqueo; a todo lo cual se suma 
la ocurrencia de frecuentes micciones escasas en cantidad.
El incremento de volumen, la turgencia y la sensibilidad de las mamas, que se muestran aún más 
exagerados en los días correspondientes a las fechas menstruales, así como el aumento de 
su red vascular y una mayor erectilidad del pezón; la secreción de calostro, el oscurecimiento 
de la areola y la aparición de los tubérculos de Montgomery son signos que se aprecian 
tempranamente en las mujeres durante la gestación.

Como consecuencia de la hiperemia creciente que ocurre desde las etapas 
iniciales del embarazo, es factible observar cambios en la coloración de la vulva y vagina, 
que de un color rosado se torna purpúreo (signo de Chadwik). Igualmente, la vagina deviene 
más distensible y su superficie se percibe aterciopelada a la tactación por el aumento de sus rugosidades. 
El valor de cada uno de estos signos presuntivos mencionados hasta aquí resulta escaso hasta el punto 
de que ninguno es categórico por sí solo para diagnosticar un embarazo, y pueden estar presentes 
también en mujeres que no estén gestando.

Por otro lado, los signos de probabilidad se fundamentan en las modificaciones que experimenta 
el útero gravídico en cuanto a su tamaño, forma y consistencia. El ablandamiento de la portio (signo de Goodelles causado por la creciente congestión que ocurre desde etapas tempranas de la preñez. Al explorar el cuello edematoso se advierte un contorno circular (signo de Sellheim), pero cuando se examina visualmente puede comprobarse la existencia de varicosidades alrededor de su orificio externo (signo de Kluge). 
El reblandecimiento del hocico de tenca al tacto se percibe superficial sobre una base más dura, como si se tocara el puño de un bastón envuelto en una piel de gamuza (signo de Pschyrembel). Un poco más arriba, explorando digitalmente a través del fondo de saco vaginal al nivel de la zona lateral del istmo, en ocasiones se distingue el latido de la arteria cervicovaginal (signo de Osiander).

Continuando el examen físico pueden identificarse otros signos: el de Holzapfel se busca tratando de agarrar el cuerpo uterino durante el tacto bimanual, el cual suele tomarse como si se tratara de un fruto maduro cuando está grávido. En cambio, la consistencia firme del órgano no gravídico hace que este se escape de entre los dedos.
Durante el embarazo, la expansión del útero hacia los lados determina que al introducir los dedos 
en los fondos de saco laterales, se perciba como un almohadillado que se corresponde con el 
crecimiento del órgano (signo de Noble-Budin). Si la anidación del huevo se produce en un ángulo 
de la cavidad uterina, puede reconocerse la asimetría del útero (signo de Piskacek).

El reblandecimiento del istmo acentúa la anteflexión o retroflexión previas a la gestación (signo de Guenter)permite al cuello una movilidad exagerada con respecto al cuerpo, cuando este último es inmovilizado por la mano abdominal (signo de Gauss).

Si cuando el útero grávido está en anteflexión, con los dedos introducidos en la vagina se presiona  suavemente contra su pared anterior al nivel del istmo y con los de la mano emplanada sobre el abdomen se hace lo mismo por la parte posterior del órgano, a menudo los dedos de ambas manos se acercan tanto, que se percibe como si el cuerpo uterino aumentado de tamaño estuviera independizado del cuello (signo de Hegar).
Bajo la acción de la irritación mecánica producida durante la exploración bimanual, el útero reblandecido 
de una mujer embarazada se endurece y reduce de tamaño (signo de Braxton-Hicks) para volver al estado 
inicial al cesar la estimulación.
Entre los signos de probabilidad más importantes figuran el aumento de volumen del cuerpo uterino y 
su consistencia blanda, el hecho de endurecerse bajo la influencia de la palpación, la flacidez del istmo, 
así como la coloración cianótica y la turgencia de la mucosa vaginal. Si todos estos signos están presentes, 
pero a la vez que falta la menstruación y el tamaño de la víscera se corresponde con la duración de la amenorrea, la existencia del embarazo podrá considerarse casi segura, 
aunque sin conferirle todavía carácter absoluto.

Para confirmar el embarazo es válido acudir a los métodos hormonales (investigaciones complementarias, 
que constituyen signos de alta probabilidad), los cuales están fundamentados en la presencia de grandes 
cantidades de la hormona gonadotropina coriónica en la sangre y orina de la mujer gestante. Cuando ante 
una situación de duda estas pruebas son positivas, la preñez es casi segura, por cuanto existen otras 
condiciones que pueden falsear los resultados.

Durante muchos años se aseguró que la comprobación inequívoca de una gestación únicamente era 
posible desde su mitad aproximadamente, habida cuenta de que solo entonces podrían apreciarse 
los signos ciertos (indudables) del embarazo, que no los proporciona el organismo de la madre. 
Están representados por la palpación de las partes fetales, la apreciación objetiva de sus movimientos, 
la auscultación de los latidos cardíacos y la demostración radiográfica del esqueleto. 
La simple apreciación de alguno de ellos permite aseverar de manera tajante la existencia de la preñez.
No obstante, la utilización de la ecografía en obstetricia permite realizar diagnósticos certeros en mujeres 
con muy pocas semanas de gestación, dado que desde el período embrionario ya puede obtenerse la imagen ecográfica típica e incluso el latido del corazón en el embrión.

Edad gestacional
Una vez el diagnosticado el embarazo, el reto es tratar de precisar la edad gestacional. 
Desde Hipócrates 460-377 ac hasta Nägele (1777-1851) y sobre la base de innumerables 
observaciones clínicas se ha determinado que desde el momento en que se inicia el último período menstrual  hasta la fecha del parto, transcurren por término medio 280 días, igual a 40 semanas, a 9 meses solares (de calendario) y a 10 lunares (28 días cada uno).
De ahí que conociendo la fecha ineludible de la última menstruación, se pueda estimar la edad aproximada 
del embarazo, contando el tiempo que ha mediado a partir de su primer día hasta el momento en que se 
determina esta edad. Haciendo el simple cálculo matemático de sumar los días transcurridos y después 
dividirlos por 7, se obtiene como cociente el número de semanas completas.
En la mujer que espera un hijo, las dimensiones del útero irán aumentando hasta el momento del parto. 
En los primeros meses, el útero gravídico todavía se mantiene en la pequeña pelvis y la edad del embarazo se establece tomando en cuenta el tamaño de la víscera que ha sido apreciado durante la exploración bimanual. 
A partir de las 12 semanas, la matriz comienza a elevarse hacia la cavidad abdominal.
Para determinar la edad del embarazo, la altura uterina deberá apreciarse en asociación con otros signos, 
entre ellos la fecha de la última menstruación y la percepción de los movimientos fetales; pero aún así,
hasta el observador más experimentado podrá fácilmente equivocarse en 2 ó 3 semanas.
En circunstancias normales, alcanzadas ya las 4 semanas de gestación (época que precede a la primera falta menstrual),  el útero adquiere el tamaño aproximado de un huevo de gallina 

Entre las 5 y 6 semanas de gravidez, el crecimiento del útero comienza a hacerse perceptible en forma de 
una globosidad del órgano, que sustituye el aplanamiento anteroposterior. A las 8 semanas de gravidez, 
ya está francamente aumentado y llega a triplicar sus proporciones, que
oscilan entonces entre las de una naranja o un huevo de gansa.

Al llegar a las 12 semanas, la matriz casi alcanza el tamaño de una cabeza de feto o de un puño  
masculino, llena la pelvis menor y su fondo sobrepasa un tanto la sínfisis púbica. Al  llegar a la semana 16, 
el útero tiene ya las dimensiones de la cabeza de un adulto y su fondo se encuentra a un través de mano 
sobre la sínfisis del pubis. El punto medio de la distancia onfalopúbica se alcanza en la semana 20 y el ombligo en la 24.
Tres travesees de dedo más arriba se corresponde con la semana 28 del embarazo; y la mitad de la línea xifoumbilical, con la 32. La máxima altura se observa en la semana 36, cuando se localiza inmediatamente por debajo del apéndice xifoides, 
tocando los arcos costales. Se produce entonces un descenso, especialmente en las primigrávidas, 
motivado por el encajamiento de la presentación en la excavación pelviana, de modo 
tal que 2 semanas antes del parto, el útero va recuperando la altura que tenía en la semana 32.

El Centro Latinoamericano de Perinatología y Desarrollo Humano (CLAP-OPS/OMS) ofrece parámetros 
dentro de cuyo rango se consideran normales los valores de la altura uterina  desde las 13 hasta las 40 semanas de gestación. En la tabla se muestran los correspondientes a las datas del embarazo a las que se ha hecho referencia en párrafos precedentes.
Pero los datos proporcionados por la altura uterina solamente tienen un valor aproximado, porque están 
supeditados a numerosos factores que pueden inducir a errores. Por eso, para determinar la edad del embarazo, esta altura debe considerarse en conjunto con todos ellos y tener en cuenta que ineludiblemente cada gestante debe ser evaluada como una individualidad, Es prudente añadir que si bien los beneficios de la ecografía obstétrica suelen ser empleados para tratar de precisar la edad gestacional, al basarse en ese recurso debe considerarse que los estimados biométricos permiten deducir la fecha del embarazo partiendo de la apreciación del tamaño fetal.

Fecha probable del parto

La experiencia demuestra que desde el inicio de la última menstruación hasta el parto transcurren, 
por término medio, 280 días. Por consiguiente, sumando estos días al primero del último período menstrual 
se obtendrá la fecha probable del parto, lo que según Nägele se puede conseguir con rapidez retrocediendo 3 meses desde el primer día de la última regla (365-92=273 días) y añadiendo 7 para llegar a los 280.
Pero la duración media del embarazo (como todos los parámetros biológicos) está sometida a diversos factores y no tiene una exactitud matemática; por ende, no resulta nada raro que incluso en una misma mujer, en diferentes embarazos el parto se presente antes o después del término calculado, por lo demás 
con el nacimiento de recién nacidos saludables y maduros.
Estas estimaciones no tienen más que un valor aproximado y están sujetas a variaciones, siempre y 
cuando no se trate de una mujer perfectamente reglada, y aún así, según sea el ritmo habitual de los 
ciclos menstruales de cada fémina.

Tomando en cuenta estas diferencias, algunos autores (Brieske, Bürger), siguiendo a Nägele, 
propusieron agregar solamente 7 días en mujeres con ciclos de 21–26 días; añadir 12 cuando 
el ritmo era de 27-29 días; y 15 en los de 30-35, para así obtener la fecha aproximada del parto. 14
El 1940, también Hosemann planteó una corrección a la fórmula de Nägele. Según él, 
en un ciclo de 28 ± X días, el enunciado se expresaría así: restar 3 meses y agregar 7 ± X días. 14 



EXAMEN FÍSICO

Como es claro para el todo medico clínico, los pasos a seguir son los tradicionales de cada historia clínica y 
en cada caso médico. Todo ser humano que visita al médico debe tener una historia clínica completa de 
la situación y circunstancia por la que consulta.



INSPECCIÓN

SE observa todo el sistema y los cambios iniciales más relevante son: Un lanugo en el cabello de la cabeza 
y el mismo paciente se queja de dicho cambio.
Engrosamiento a expensas de la Tiroides a nivel del Cuello. En algunos casos aparece "una areola secundara" a nivel de las mamas. Areola de Montgomery con aumento de la sensibilidad mamaria global y en mamilo. Se incrementa el volumen del seno y posible Calostro desde el segundo trimestre.
A nivel de los Genitales externos el signo de Jacquemier: coloración violeta de la mucosa vaginal debajo 
del orificio uretral, observada a partir de la cuarta semana del embarazo. Debemos observar hasta 
la manera de andar de la paciente que nos ayuda mucho y en este orden de ideas si tiene congestión 
venosa en los miembros inferiores o si tiene o no varices, telangiestasias.

PALPACIÓN

A partir del 4 mes, el producto de la concepción nos permite de una manera clara reconocer: Los segmentos fetales, sentir los movimientos pasivos del feto, ejemplo Signo de Puzos y percibimos los movimientos activos del feto también.



AUSCULATACION

El signo de mayor confianza de embarazo, un signo positivo de Embarazo, es el escuchar la frecuencia Cardíaca fetal, que se parece inicialmente " al Tic Tac de un reloj sobre una almohada". Es bajo y acompasado. 
En una situación de carencia de elementos este solo se puede escuchar con la campana de Pinard a partir 
de la semana 20. Pero hoy en día, casi en cada lugar tenemos un Doppler fetal ( el Efecto Doppler 
es la onda percibida por el aparato al movimiento del corazón en un medio liquido). Con este método 
se puede escuchar tan temprano como en la semana 9. En consultorios donde tengamos ecografía Doppler se puede escuchar a las 6 y media semanas. 

Antes de realizar el examen bimanual hemos debido practicar una especuloscopia con el objetivo de ver 
los cambios cervicales. Coloración del Cuello uterino.
Reviste mucha importancia la forma del OCE: Orifico cervical Externo que es puntiforme en las primigestante o quienes hayan sido sometidas a Cesárea. En caso de pacientes multíparas es en forma longitudinal transversa  y con tendencia a estar abierto.

Luego de haber realizado las anteriores consideraciones, el examen genital o ginecológico, tiene un gran 
componente de pudor. Es delicado y de observación y gentil maniobra al momento de realizar el toque del examen interno.

Una vez que observamos cierto engurgitamiento de los Grandes labios, el signo de Jacquemier y en 
algunos casos aumento de la exudación vulvovaginal. 

EXAMEN INTERNO BIMANUAL (PALPACIÓN BIMANUAL) 
Tenemos que tener en cuanta que al principio de la gestación, podemos tener cambios que sugieren un embarazo, dado que hay ciertas condiciones ginecológicas que nos pueden confundir. Ejemplos Hipertrofias benignas, Miomatosis uterina, masas parauterina.

Recordar que en una mujer sana, sin patologías orgánica uterina, la forma del Útero es Periforme (Pear shape) de más o menos 7 x 5 x 3 cms Volumen de 70 cc y consistencia cartilaginosa. En el momento del embarazo cambia a una consistencia blanda parecida al lóbulo de la Oreja.

Por muy explícita que sea la descripción de la técnica a emplear para llevar a efecto la exploración 
bimanual, esta nunca resultará suficiente. Se impone aprenderla mediante su constante ejecución, tomando en cuenta aplicar exclusivamente la mínima presión requerida, así como utilizando la cara palmar de los dedos que hacen el tacto y la palma de la mano que se aplica sobre el abdomen.

El médico, con los dedos pulgar e índice de su mano menos hábil, separará los labios mayores y menores 
cuando estos cubren el orificio vaginal; acción que le permitirá inspeccionar cuidadosamente la zona en 
busca de cualquier anormalidad que pudiera existir en la vulva o sus alrededores. Acto seguido acercará su mano más hábil, utilizando un guante estéril, hacia la vulva y dirigirá el dedo índice hasta la comisura posterior, a fin de introducirlo con precaución en la hendidura vulvar.

Una vez  haya introducido los dedos en la vagina, el pulgar de la mano que realiza el tacto, deberá 
permanecer en abducción perpendicular, procurando no comprimir el clítoris ni el orificio uretral, 
en tanto que los demás dedos permanecerán flexionados sobre la palma de la mano.  Si bien es cierto 
que siempre deberá iniciarse el reconocimiento con el dedo índice, cuando sea factible 
(lo que ocurre casi invariablemente) se practicará la exploración profunda con el índice y el dedo medio, 
lo cual permitirá obtener sensaciones mucho más claras.

Al mismo tiempo que uno o dos dedos penetran la cavidad vaginal, se explorarán suavemente 
la amplitud y longitud de la Vagina, su elasticidad y sensibilidad, la lisura o rugosidad de 
sus paredes, así como cualquier anomalía que pudiera existir.
Los fondos de saco vaginales se examinan pasando los dedos por el surco circular que se halla 
rodeando el hocico de tenca, dirigiendo sucesivamente el pulpejo hacia la superficie externa del cuello y 
hacia las paredes pelvianas. En estado normal, el fondo de saco anterior está mucho más pronunciado 
que el posterior, pero ambos son lisos y blandos.

Una vez examinadas las condiciones clínicas de la vagina y los fondos de saco se reconocerá la “portio” para determinar su situación, movilidad, forma y consistencia.
Normalmente se le encuentra en una profundidad variable en el eje de la vagina, ligeramente inclinado hacia atrás. 

En las nulípara se percibe como un cono de vértice inferior, cuyo orificio es redondo, puntiforme o muy ligeramente hendido en dirección transversal; en las que han parido se encuentra más o menos ampliamente hendido en sentido transversal y se deja deprimir por el dedo, que se hunde un poco por entre los labios anterior y posterior de la hendidura.

A través de los fondos de saco vaginales se explorarán la porción cervical supravaginal y el cuerpo uterino. 
Cuando los dedos introducidos en la vagina (con su cara palmar dirigida hacia delante) han alcanzado ya 
la porción vaginal del cuello uterino, entonces, con una temperatura conveniente, la mano que ha entreabierto la vulva deberá colocarse plana sobre la región hipogástrica del abdomen y presionar suavemente de arriba abajo, flexionando ligeramente los dedos. A partir de ese momento, ambas manos 
trabajan armoniosamente, auxiliándose de manera que una fija o empuja hacia la otra lo que esta debe palpar o “tactar” y la percepción de sensaciones se reparte entre las dos. 

Signos basados en los Cambios de Forma del Utero

Comienza a crecer en forma “de Volumen” y en las primeras semanas irregularmente, Signo de Piskacek 
Entre la Tercera y cuarta semana del embarazo muestra un abultamiento a nivel del cuerpo uterino 
más de un lado que del otro. 
A partir de las 11 a 12 semanas del embarazo tenemos la posibilidad al examen genital interno, vaginal, 
detectar en los fondos de saco vaginales o cúpulas, que están ocupados por el cuerpo uterino blando por la gravidez. 
Tener en cuenta que un tumor puede dar la misma sensación. Esto lo hemos llamado el Signo de Noble-Budin

Cambios y Signos basados en la  Consistencia Uterina 
Hay quienes dividen en 2 el Signo de Hegar, Hegar 1 que es el cambio de la consistencia blanda 
del Cuello Uterino y que al palpar bimanualmente podemos palpar los dedos de las dos manos, la abdominal y la vaginal, a la misma altura sin problemas, obviamente debe ser una maniobra delicada.
Hegar 2, es la plicatura que se forma transversalmente en forma de “pellizcamiento” a nivel de la cada 
anterior del Útero.  
Estas dos maniobras caen en desuso por el riesgo de sangrado y en caso de una paciente con amenaza de aborto puede tener implicaciones psicológicas pensando que esta maniobra pudo haber sido la cusa de un aborto. 

Signo de Holzapfel: este signo ha caído en desuso, no se justifica, pero en una época fue útil por 
la facilidad de “comprimir” el Útero gravídico. EL Útero no gravídico es firme y se hace imposible comprimirlo
entre los dedos. 
Signo de Landin: Es un punto blando que esta localizado en el medio de la cara anterior del istmo 
uterino que se reconoce al momento del tacto. Es un sitio que alrededor del 7 mes en adelante se manifestara  claramente como el segmento uterino. 
Signo de Mc Donald : es la facilidad en los primeros meses de doblar el cuerpo uterino sobre su eje a nivel del istmo anteroposterior o transversal, los signos que tiene que ver con la consistencia por su propia naturaleza caen en desuso por no justificar su agresividad a pesar de hacerlo gentilmente; existe los métodos para clínicos, pero en la medicatura rural puede ser de gran utilidad.
Otros Signos Importante en la Mujer embarazada
Signo de Osiander; Es la percepción del pulso de las arterias vaginales en los fondos de la cúpula vaginal. 
Signos de Puzos, Es la maniobra que a partir del 4 mes podemos hacer, cuando “rechazamos”  el feto en la pared fondo  de saco vaginal anterior y percibimos que se desplaza en la cavidad intrauterina. 
Signos de Braxton-Hicks:
Este es uno de los signos más frecuentes y útiles que debemos tener en cuenta que toda mujer 
embarazada tiene, son contracciones irregulares, intermitente e indoloras que son imperceptible salvo 
se comiencen a intensificar en algunas condiciones patológicas.



 Orlando Bustillo Jr MD 

Twitter: @OrlandoBustillo
Whatsapp 3114188979
Octavo Semestre


Universidad de Cartagena
Facultad de Medicina – Departamento de Ginecología y Obstetricia








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